A través de su familia, el atleta continuó con la pasión de su padre. En Japón consiguió subirse al podio.
01/09/2021
Pipo no solamente heredó el nombre de su papá sino también la pasión por la natación. Es que Fernando padre compitió en tres Juegos Paralímpicos: Atlanta 1996, Sidney 2000 y Atenas 2004. Fernando, el heredero, el que ahora está en Tokio, empezó a nadar a los 4 años en AVIDA, institución rosarina a la que lo llevó… su padre.
Diez años después se clasificó al Parapanamericano Juvenil de Bogotá, Colombia, y desde entonces no paró más.
Ganó su primera medalla parapanamericana en Guadalajara 2011 (bronce en los 100 metros libre), la rompió en los Juegos de Toronto 2015 y debutó en los Juegos Paralímpicos de Río 2016, donde consiguió un diploma.
Antes de viajar a Brasil, un joven de Pipo de 24 años aseguraba: “Quiero poder repetir mis últimas dos finales en mundiales, realizar mi mejor marca y de ese modo acercarme un poco a los líderes de la prueba. Pero, principalmente, busco ganar experiencia para ir a Tokio 2020 por todo”.
Rosarino, cuna de grandes deportistas, logró afianzarse y, tal esperaba, llega a Tokio como uno de los candidatos a ganar una medalla: su ciclo paralímpico y los resultados durante estos años lo respaldan.
Desde Río, su camino se llenó de podios. En el 2019, tuvo un año mágico: ganó tres medallas en los Juegos Parapanamericanos de Lima (una dorada y dos de bronce) y también se quedó con la de bronce en el Mundial de Londres (en los 100 metros espalda S7). Llegaba dulce para el 2020, pero la pandemia hizo que Tokio tenga que esperar un año: “El año pasado hubiera llegado mejor de energía, pero este año llego mejor desde lo físico. Gané y perdí con la pandemia”, revela.
El año sin competencia también le sirvió a Fernando para meterse de lleno en su otra gran pasión: “Estoy estudiando para maestro de educación primaria. A mi edad, y más allá de la natación, pienso en el futuro. Un día el físico dirá basta y hay que tener algo planeado. Además, me gusta la idea de que los más chicos vean que una persona con discapacidad también pueda estar al frente de un aula y transmitir todo su conocimiento y experiencia”, le dijo a Paradeportes.
En Tokio competirá en 100 metros espalda S7, 100 metros pechos SB6 y 200 metros combinados SM7. “Tenía más pero elegí estratégicamente para no cansarme y que no sea largo el torneo. La idea es dar el 150% en ese momento y que se dé lo que se tenga que dar “, explicó Pipo, que viajó a Japón con una motivación extra: en octubre tendrá a su primer hijo. “¿Qué me dijo mi familia cuando antes de viajar? Disfrutá, rompela. Éxitos. Aprovechá, que es una oportunidad única”. Y vaya si la rompió. Ahora tiene para mostrarles a sus alumnos una histórica medalla plateada que hacía 17 años Argentina no conseguía.