El domingo pasado colgó los guantes el emblemático arquero. Figura indiscutida en Flandria, se ganó el corazón de los hinchas e incluso tiene su propia estatua en Jáuregui.
El fin de semana pasado no fue un día más en la vida del arquero Leonardo Griffo. Tras varias temporadas ligadas al Ascenso, decidió colgar los botines o, mejor dicho, los guantes a los 42 años de edad, tras vestir las casacas de Defensores de Belgrano, Deportivo Merlo, Chacarita Juniors, Almagro, Deportivo Morón, Tristán Suárez, Flandria y Sportivo Italiano.
Más allá de haber vestido innumerables colores, fue en Jáuregui en donde se recibió de ídolo indiscutido siendo el arquero titular en aquel certamen en el que Flandria consiguió el histórico ascenso al Nacional B. De hecho, fue reconocido por socios, hinchas y allegados al Canario, con la elaboración de un busto con su imagen como premio a su gran actuación.
El uno pagó ese amor incondicional tatuándose el escudo del CSYDF en uno de sus antebrazos. A lo largo de toda su carrera se anotó con un gol y fue de penal ante Estudiantes de Buenos Aires. Como no podía ser de otra manera con los colores amarillo y negro.
El domingo en Valentín Alsina, en cancha de Victoriano Arenas, ingresó en el segundo tiempo para decir adiós a la actividad oficial logrando mantener su arco en cero en la victoria de Sportivo Italiano 2 a 0. Ahora habrá que ver si Griffo continúa ligado al fútbol como director técnico o entrenador de arqueros. Experiencia obviamente le sobra.