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Murió «Cherry» el organillero: personaje único de Luján

A los 77 años, falleció este jueves Hugo Damonte, más conocido como “Cherry”, simpático personaje que por casi 50 años estuvo en la zona turística con el organito y sus cotorritas de la suerte. Estaba internado en la Clínica San José Obrero donde había sido derivado el 13 de agosto desde el Hospital Municipal Nuestra Señora de Luján a raíz de un accidente doméstico.

Su deceso se produjo cerca de las 6 y nada hacía esperar este triste desenlace. Si bien había sufrido un severo golpe en la cabeza al caerse en el baño, se aguardaba por su recuperación. Es más, a principio de semana había trascendido que su vida no corría peligro.

La situación de “Cherry” fue objeto de diversos comentarios por redes sociales que no se ajustaban a la realidad que marcaron los hechos. Algunos aseveraban que había sido golpeado por delincuentes que ingresaron a robar a su casa de barrio Constantini. Otros, llegaron a elucubrar que lo atacaron ferozmente para ocuparle la vivienda.

Nada de esto tiene sustento. Familiares contaron que había sufrido una caída y la Policía -que tomó intervención de oficio el 25 de agosto a partir de las versiones que estaban circulando en redes sociales-, confirmó por la médica que lo recibió en la clínica de Jáuregui que el propio Damonte le había contado que el fuerte golpe que tenía en uno de los ojos fue consecuencia de haber pegado el rostro con la pileta.

Siempre vestido como un malevo, con su singular bigote que reforzaba al personaje y su instrumento único, era un símbolo de esta ciudad. Una atracción turística en sí misma y, como publicó EL CIVISMO en 2012, “parte viviente del paisaje que rodea la plaza Belgrano”,

Damonte fue declarado ese año «Ciudadano Destacado» por el Concejo Deliberante, reconocimiento que se basó «por su particular oficio, el que desarrolla y ha desarrollado por más de 40 años en nuestra ciudad». Mientras que al organito a manija se lo buscó declarar «Patrimonio Cultural».

Los concejales que impulsaron ese reconocimiento habían escrito: «Muchos son los oficios que ha tratado de que sean su medio y forma de vida, pero ninguno pudo doblegar ese espíritu de llevar cada fin de semana una buena noticia a cada visitante que llega hasta él, con la música de su organito tan particular y un papelito doblado». Y agregaron que «habiendo participado de varias películas y haber paseado su inconfundible estampa y oficio, dentro y fuera de nuestro país, decidió quedarse en Luján, para satisfacción de sus conciudadanos y visitantes».

Hugo Damonte había nacido en esta ciudad el 7 de febrero del año 1943, hijo natural de Rosa Josefa Damonte y casado con Lucía González, quien además de ser su fiel compañera era la diseñadora y confeccionista del elegante vestuario que lucía cada fin de semana.

Organillero desde los 11 años, Damonte era patrimonio cultural de Luján. Junto con Juanita y Toto, las cotorritas que sacaban un papelito con un mensaje para el turista, formaron parte de un cuadro viviente que hoy pasó a ser recuerdo.

Destino marcado 

«El pianito caminador» de Cherry, como alguien lo bautizó, mezclaba nostalgia y evocaba al mismo tiempo a los viejos titiriteros españoles que con música le sacaban una sonrisa hasta al más serio que se pusiera adelante. Inconfundible melodía de kermés, resultaba un imán para propios y extraños, más cuando de la pianola pintada de rojo aparecían dos cotorritas verdes que les hablan y piroepaban a los visitantes. Una linda y sana manera de ofrecer diversión al turista dominguero.

«Cherry» era el personaje más conocido de la zona turística. Su atuendo de malevaje, su bigote tupido y espeso parecían haber salido de una época más cercana a cuando fue concebido el organito que a este siglo donde la tecnología domina casi todo.

«Un día entró en la santería de mi padre un organillero turco. Yo me quedé duro de emoción porque ahí, con su entraña de madera y pintado de mil colores, estaba estacionado el mejor de mis sueños: un organito y una cotorrita encima que silbaba un vals…», dijo Damonte en uno de los tantos reportajes y notas que dio.

«Encaré al turco, que era muy simpático. Le pregunté cómo podía conseguir cotorritas que trabajaran conmigo y dónde podía comprar un organito como el suyo. La lorita me miraba extrañada. Después de un rato gritó: «¡Viva Pepito!». Luego sacó con el pico uno de los papeles de colores que llevaba el turco en la pianola y me lo puso en las manos. Entonces comprendí que mi suerte estaba echada», agregó.

El turco le dio a Cherry la dirección de un viejo taller de reparación de organitos. Y allí se fue Cherry y allá encontró el que iba a ser el suyo, por el que pagó todo el dinero que había ahorrado durante muchos años. «Cuatro cotorritas me esperaban en mi casa de la calle Sócrates, aquí, en Luján -rememoró Cherry-. Me esperaban a mí y al organito».

El organito de Cherry es una réplica de antiquísimas pianolas de origen alemán que los hermanos La Salvia remodelaron a finales del siglo XIX. Una de ellas fue a parar a un teatro de Buenos Aires, ya demolido por la piqueta del progreso. Cherry acudió todos los años con su organito y sus cotorritas a la fiesta de la Virgen de Itatí, en Corrientes; recorrió otras provincias como Misiones, La Rioja, Santiago del Estero, Córdoba, pero nunca se alejó demasiado de la plaza Belgrano porque Cherry era de Luján; es Luján.

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